こんにちは estimados lectores:
Un día muy largo hoy, con mucha actividad y muchas cosas que contar. Agarrarse que hoy hemos estado en sitios estupendos y hemos aprendido una barbaridad de cosas que voy a proceder a contaros para ser fiel a mi reputación de brasas enteradillo.
Hoy era uno de los dos días enteros que teníamos planificados para ver la mayor cantidad de cosas posibles en Kyoto. Estas cosas hay que tenerlas pensadas con un poco de cuidado, sobre todo porque la ciudad es considerablemente grande y moverte de un sitio a otro suele llevar tiempo. Fue capital del imperio durante más de 1000 años y hoy en día es una metrópolis inmensa. Afortunadamente nuestro abono transportes sirve para el metro, los trenes y los autobuses de aquí, así que con un rato de Google Maps te apañas bastante bien. La primera actividad del día era visitar el sitio más famoso de Tokyo, Fushimi Inari Taisha, el célebre santuario de las mil puertas (伏見稲荷大社 para que nos entendamos) que ha salido en unas cuantas películas y documentales:

Aparte del obligatorio templo/santuario (en el que además hay actuaciones folclóricas, hoy había un grupo de indígenas peruanos haciendo una danza ritual inca, nada menos) la gracia del lugar es el camino bordeado por esas puertas de madera pintadas de rojo que suben hasta lo alto de la montaña. Si no quieres darte la paliza de subir hasta arriba y te vale con un paseo, la cosa te da para 15 minutos, que me parece suficiente para hacerte una idea. Al ser el sitio más famoso de la ciudad la aglomeración de turistas es considerable, pero nada que no se pueda soportar (en serio, un paseo por la Gran Vïa un sábado de primavera en Madrid es mucho peor). Una gran cantidad de españoles por todas partes te amenizan el rato, incluído un grupo al que le hemos oído una conversación surrealista. Una tía, con un marcado acento choni hablando con el marido en los siguientes términos acerca de lo que habían visto:
– Cari, ¿cómo se llama eso que tu dices?
– ¿Lo qué?
– Si, eso de cuando no sabes algo…
– Ignorancia
– ¡Si, eso! Qué mala es la ignorancia…
De verdad que hay gente que no sé cómo viaja o para qué. Son transparentes a la cultura, les pasa a través sin dejarles el menor poso. Incapaces de entender lo que están viendo les hubiera dado lo mismo venir a Japón que a Toledo. Nos ha alegrado la mañana, la verdad…
Sin embargo, a sólo unos 10 minutos andando, ChatGPT nos ha llevado a un lugar asombroso, uno de los monasterios budistas más famosos de Kyoto, el templo Tōfuku-ji (東福寺). Prácticamente vacío, hemos disfrutado durante casi dos horas de un lugar mágico. Todos los templos budistas (más sobre temas religiosos después) tienen una puerta en la entrada más o menos historiada, y la de éste sitio es la más grande de todo el país:

Esto de arriba es sólo la puerta, ¿eh?, ni siquiera cabe entera en la foto. Después hay un conjunto de edificios espectaculares, un bonito jardín zen (con puentecillo de madera de incalculable antiguedad) y un monasterio que hay que visitar descalzo. No se si por costumbre cultural o cómo una forma ingeniosa de preservar de los turistas las tablas del suelo, que deben llevar ahí desde la invención de la pólvora. Y semejante maravilla estaba prácticamente desierta, no había más de media docena de turistas con la boca abierta. Ah, y unos novios haciéndose las fotos de boda vestidos con trajes ceremoniales que iban que daba gusto verlos. Una cosa tremenda. Aspecto de uno de los templos:

De vuelta hacia el metro (Línea Keihan, estación Tofujiki, andén 2) he tenido el accidente del día. Como nos ha pillado la hora de comer estábamos buscando algún café con encanto para comer sushi (he conseguido hartarme de ramen, aunque sospecho que será temporal) cuando nos hemos topado con una hamburguesería llamada Dragon Burguer y nos hemos dado cuenta de que ya estamos un poco cansados de comida japonesa y nos pedía el cuerpo meternos un poco de basurilla. La hamburguesa ha resultado una cosa deliciosa, con un considerable pedazo de carne de primera en medio muy sabrosa. Al salir sin fijarme demasiado le he metido tal talegazo con la frente al (inmaculadamente limpio) cristal de la puerta que el camarero hasta me ha traido una bolsita de hielo. Ahora tengo un mini-chichón, pero no ha pasado de ahí la cosa. Mañana mando parte médico…
Por la tarde teníamos contratado un paseo guiado por el barrio de las geishas y una cena tradicional. El guía que nos ha tocado era, para no variar, un friki extraño con un inglés de Chinchinati que se llamaba Makoto y que yo creo que iba puesto de algo sospechoso. Me ha ganado con las reverencias en el saludo inicial y porque nos llamaba Luis-san y Elena-san. Aún así nos hemos apañado para aprender unas cuantas cosas sobre las casas de té tradicionales, y hemos visto tres geishas auténticas andando por la calle de camino a su actuación. Dos Maiko (aprendiz, junior) y una Geiko (maestra, senior) a las que el guía hacía unas reverencias tremendas. Ha insistido mucho en la suerte que hemos tenido de verlas, aunque yo sospecho que eso mismo le dice a todos los turistas. Una cosa digna de verse, en cualquier caso. Totalmente prohibido hacerles fotos, por cierto…

También nos ha enseñado la forma de oración en un templo. Resulta que la mayoría de los japoneses profesan dos religiones a la vez (¿?), budismo y sintoísmo, así que les da igual un templo que otro. En el barrio donde estábamos había uno pequeñito, poco más que un altarcillo en un jardín enano, pero ahí hemos estado haciendo la ceremonia. Primero hay que hacer una reverencia por fuera de la puerta (¿recordáis lo que os he contado de las puertas de los templos? pues sirven para eso: Separar el mundo real del mundo espiritual), entrar con la pierna izquierda, hacer otra reverencia por dentro, caminar hacia el altar evitando el centro del camino, inclinar la cabeza, dar dos palmadas, hacer otra reverencia, y listo. Ya me lo agradeceréis la próxima vez que os entren ganas de rezar a dioses exóticos.
La cena ha estado divertida, en un restaurante tradicional sin rastro de occidentales (no es de extrañar, por fuera ni siquiera parece un restaurante), con un menú degustación muy bueno y una interesante charla de intercambio cultural con el amigo Makoto de la que creo que no se ha enterado de nada. Su forma de reaccionar ante cualquier cosa que le dices es reirse con grandes gestos de alegría, aunque le estés hablando de una epidemia de peste. Por eso digo que cada vez estoy más seguro de que iba puesto de algo extraño… O tal vez es que sólo es japonés, que como todo el mundo sabe, son de origen extraterrestre y los terrícolas no podemos entenderlos… Un par de fotos del menú:


Mañana tenemos pensado ir a conocer Osaka (tranquilos, está aquí al lado, es cómo decir que te vas de Madrid a Toledo en el AVE a pasar el día), que ya que tenemos el interrail vamos a hacer buen uso. A ver a qué horitas volvemos, que si se nos hace muy tarde me va a dar perecilla ponerme a bloguear. Abrazos.
Luis-san y Elena-san
Aclaración: ChatGPT es nuestro amigo “el Chati” una maravilla a la hora de buscar sitios turísticos sin aglomeraciones y recomendaciones curiosas. A ver que nos depara mañana Osaka! 😘 Elena-san.
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