Buenos Aires: Ruge la barra brava de Boca

¡¡¡Sorpresa!!! Este año tenemos edición invernal de Molineros por el mundo. Elena tuvo hace unos meses la genial idea de hacerme un regalazo de cumpleaños, por la cantidad redonda de años cumplidos, porque el puente de Diciembre cae fenomenal, porque aquí es verano y porque nunca se sabe cuándo puede volver a presentarse una ocasión así. Meses lleva preparndo todo, y si el resto sale como el primer día, éste puede ser uno de los viajes más épicos y memorables de todos los que hemos hecho. Vayamos con la crónica diaria.

Llegamos ayer por la noche, despues de unas breves 13 horas de vuelo directo, y algún retrasillo en la entrega de maletas. Haciendo honor a nuestras costumbres austeras y sencillas, el hotel que eligió es una casa antigua en el barrio de la Recoleta (que nos recuerda mucho al barrio de Salamanca en Madrid) en la que vivió nada menos que Evita Perón un par de años. Parece un hotel temático, todo lleno de retratos y placas conmemorativas. con decoración art décò y un cuidado aspecto decadente. Hace bastante calor, no demasiado húmedo, una cosa parecida a un mes de Junio en Madrid, y la verdad es que sentarte en una terracita a 26º en pleno mes de Diciembre se agradace una barbaridad. No hay mucha diferencia horaria – sólo cuatro horas – pero ha sido suficiente para que esta mañana a las 6 y media ya estuviéramos despiertos con ganas de hacer el turista. Comparado con nuestra media habitual de salir de los hoteles del mundo pasadas las 11, lo de vernos en la calle una mañana de Domingo de principios de verano a las 9 con todo el dia por delante ha resultado un placer. La ciudad es bastante cómoda de patear, todo llano sin apenas cuestas, aunque de un tamaño considerable. Tienen esa extraña costumbre de hacer las plazas y avenidas de unas dimensiones absurdas, lo que se demuestra sin mas que comentar que la avenida mas ancha del mundo está áquí, se llama 9 de Julio (por la fecha de la independencia), nos pilla al lado del hotel y nos la hemos pateado casi enterita. Cruzarla es peor que cruzar el Amazonas, no hay forma de hacerlo del tirón. Además, en los tramos menos turísticos hemos comprobado un fenómeno del que me contó algo una azafata del avión sobre la cantidad de indigentes que se ven por las calles de Buenos Aires desde hace unos pocos años, cuando la crisis dejó al pais en la ruina. Según ella, notaba la ciudad «tristona y empobrecida», y algo de esa impresión te llevas viendo familias enteras viviendo en la calle, que necesita reparaciones urgentes de calzada y acera, por no hablar de una buena limpieza. En fin, cosas que pasan…

En esta famosa avenida está el no menos famoso Teatro Colón, que Elena tenía muchas ganas de ver porque se organizan visitas guiadas cada cuarto de hora. Estuvimos intentando reservar la excursión por internet hace unos días, pero realmente no hace falta. Te presentas en el teatro, compras la entrada 5 minutos antes y listo. ningún problema. Es una visita muy bien contada y bastante interesante incluso para cenutrios como yo que no distinguen entre la ópera y la tuna, por poner un ejemplo. Aquí al lado podéis ver a la orgullosa organizadora del evento que, debido a su formación clásica y artística podrá comentar en las comidas familiares las ventajas del Teatro Colón de Buenos Aires para cierto tipo de barítonos y sopranos por la acústica de la sala. Yo sólo podía pensar lo chulo que quedaría aquí un concierto de los Stones…

No demasiado lejos de allí (sólo a una hora y media andando) se organiza los domingos un mercadillo callejero en un barrio llamado San Telmo, que tambien nos habían recomendado. Muy turístico y, como muchas de estas cosas, ocupa una cantidad de calles y bocacalles que es un auténtico despropósito. Nos ha llevado el resto de la mañana conseguir salir del laberinto de puestecillos de artesanía cutre, incluyendo una excursión lateral buscando un cajero no sea que encontremos la chorrada mas maravillosa del mundo para llevar a casa y nos veamos sin efectivo. 

En ese breve desvío resulta que henos pasado por delante de un sitio histórico, un tugurillo de tango llamado «El viejo almacén» que debe llevar abierto desde antes de que llegaran los conquistadores, todo lleno de placas y fotos de famosos. Por la mañana estaba lógicamente cerrado, pero sí tenía pinta de haber visto noches gloriosas en otros tiempos. Total, entre unas cosas y otras se nos ha echado la mañana encima y me ha empezado a entrar la ansiedad por encontrar dónde remediar el incipiente problema de deshidratación provocado por las dos horas y pico de deambular a paso de turista bajo un sol que empezaba a ser bastante duro. Hemos tenido que sentarnos en la célebre Plaza de Mayo (que hoy en día parece una de las acamapadas del 15M) frente a la no menos célebre Casa Rosada, sede del gobierno de la nación, escenario de numerosos golpes de estado y en dónde todos los turistas, lo único que buscan es el balcón de Evita. Ahí se ha presentado una pequeña crisis, porque el sitio dónde pensábamos comer estaba cerrado (ségún google), pero aunque hubiera estado abierto nos daba igual: Demasiado lejos y demasiadas avenidas kilométricas que recorrer. Lo hemos solucionado haciendo caso a otra recomendación que ha llegado online en alguno de los numerosos grupos de whatsapp que soltaban consejos sin parar: Puerto Madero. Pilla cerca de la Plaza de Mayo, es un puerto deportivo que han hecho recientemente para rehabilitar una zona antes degradada de la ciudad, y la verdad es que el sitio es muy agradable. Hemos comido en una bonita terraza que nos han recomendado, viendo zarpar y atracar los humildes veleros recreativos de la gente llana del pueblo sencillo. Detalles sobre la comida mas adelante en la sección estrella del blog…

A las 4 habían quedado en recogernos venirnos a buscar (mucho cuidado, aquí no se puede decir coger, recoger ni tirar. Resulta agotador estar todo el rato evitando tres verbos que deben ser de los mas frecuentes en Español) para la siguiente actividad del día: Un partido de Boca Juniors, el histórico club de Maradona, en La Bombonera, seguramente uno de los mayores templos mundiales del fútbol. Años llevaba yo con ganas de hacer esto. Nos han montado en un minibus junto a una docena de turistas variados y durante el trayecto al famoso barrio de la Boca, te sueltan una charla de seguridad que parece que vayas a una batalla de zombies. De problemas de seguridad no hemos notado nada, ni nadie nos ha mirado ni intentado robar/violar/asesinar. Eso sí, el espectáculo en la grada es de los que no se olvidan en la vida. Teníamos al lado a la «barra brava», nombre por el que se conocen aquí a las peñas de ultras, que se tiran todo el partido cantando, saltando, gritando y tocando tambores de guerra. Una cosa tremenda. Cada uno de los cuatro goles que les hemos (sí, nosotros los de Boca somos muy de la tribu) enchufado a los paquetes de Racing de Avellaneda han sido como de final del Mundial: Avalanchas de gente en el fondo de la barra brava cayendo hacia las redes de seguridad, la gente cantando en cada gol un cántico fijo del que no hemos entendido nada, todo el estadio saltando con los brazos en alto gritando a voz en cuello… Una cosa increíble, de las que ves una vez en la vida y no se olvida…

Lo que no nos han llevado a ver es el famoso templo de la Iglesia Maradoniana que hay por los alrededores del estadio, y que creo que están tratando de conseguir una especie de reconocimiento oficial como religión. Eso hubiera completado estupendamente la experiencia. Hay un detalle final de muestra de cómo se vive aquí el fútbol: Cuando la gente se pone al saltar, todos a la vez, coreando lo que la barra brava canta, la grada tiembla como si se fuera a venir abajo, parece un terremoto. Bueno, pues el guía que nos llevaba, cuando se lo hemos comentado al salir del partido nos responde: «No, la bombonera no tiembla, la bombonera late…» ¿No me digáis que no es bonito?

Poco mas ha dado de sí el día, que ya está bien. Vamos al resumen del sufrimiento culinario diario:

Reseña gastronómica

Como os contaba un poco mas arriba, hemos comido en Puerto Madero, en un restaurante recomendado por mi amiga Minigor (que tambien tiene mundo encima) llamado «Mirasol». en terracita con vistas a los embarcaderos. Carne, abundante, buenísima y, ya que sabemos cómo pedir el punto de asado, casi cruda. Un bife y un lomo, con papas fritas y un vino de la Patagonia bastante notable. La cena ha sido en un sitio justo al lado del hotel que ha resultado todo un descubrimiento. Una especie de mesón con vigas de madera y barriles por las paredes, llamado El Sanjuanino, especializado en comida tradicional. En internet recomendaban las lentejas, pero, francamente, no apetecen mucho con la torradera que está cayendo. Hemos cenado empanadas de carne y una cosa llamada «Matambre» que es… empanada de carne pero a lo bestia. Creo que vamos a tener que empezar a cuidar las comandas viendo el tamaño de las raciones aquí.

Mañana tenemos otro plan parecido, aunque seguramente sea algo mas light: Cementerio de La Recoleta, una librería histórica que dicen que ha salido en alguna peli de Harry Potter, y autobús turístico para no andar demasiado. Seguiremos informando

Dale dale dale Boca,

Dale dale dale Boca…

Un comentario sobre “Buenos Aires: Ruge la barra brava de Boca

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  1. Emocionante!! Mira que no soy demasiado futbolero pero lo de la bombonera late me puso los vellos de punta che! Vaya planazo de viaje!! Ah en Montevideo también está la biblioteca de harry potter, el tango es uruguayo, el mate también… en fin. Carlos Gardel era uruguayo, no se Maradona … disfrutad de l hotel boutique donde vivió Madona, digo evita…

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