El Castillo de San Felipe del Morro

Tres golpes de calor llevo ya hoy, y no son ni las 7 de la tarde. Casi echo de menos las tormentas tropicales de la semana pasada, fíjate lo que te digo. Menos mal que ésta fase de las vacaciones nos está encantando, porque si no… En fin, vamos con la tarea diaria.

Hoy hemos hecho turismo por fin. Un poco hardcore, aunque comparado con lo que hacíamos cuando éramos jóvenes y lozanos no ha sido demasiado. La visita de hoy era la fortaleza de San Felipe del Morro, una fortaleza llamada San Felipe en un sitio que se llama El Morro (sutil ¿eh?) que empezó a construir el mismísimo Ponce de Leon en el siglo XVI y es uno de los edificios construidos por europeos más antiguos de América. Resulta que San Juan era el puerto de llegada natural de todos los barcos que venían de Europa, debido a las corrientes y los vientos alisios, así que para llegar al Caribe había que pasar por aquí, por lo que la ciudad y por tanto su puerto tenían gran importancia estratégica. Lo usaron los españoles hasta el desastre del 98 y los americanos desde entonces y hasta la segunda guerra mundial. Todo eso he aprendido hoy leyendo con gran atención los carteles explicativos en inglés y spanglish malo que tienen puestos. 

Uno de los que mas me ha interesado describía lo dura que era la vida para los soldados aquí, porque si yo mismo, allí de pie bajo el implacable sol tropical estaba empezando a marearme, imagínate lo que tuvo que ser para el pobre chaval de Teruel o de Soria, con la armadura, la lanza y el casco de hierro haciendo guardia mirando el mar a ver si veía venir a los galeones enemigos. Tremendo. Aquí arriba podéis apreciar mi pose impecable de turista junto a la histórica campana de 400 años de antigüedad que hacía sonar el chavalote de Soria cuando avistaba los galeones de los piratas ingleses

La cosa da para un par de horas, pero el caso es que me ha parecido muy interesante de ver. Lo tienen perfectamente conservado y acondicionado para el turismo (la simpática oficial de la agencia americana de parques nacionales que nos ha vendido la entrada hasta ha bromeado diciendo que hoy estaba alĺí media España), pero realmente es duro verlo con el calor que hace. 

Además tiene un tamaño gigantesco, yo no se de verdad qué necesidad habría… Esto que se ve abajo es la enorme explanada que hay antes de llegar y que servía para freir a cañonazos a los desprotegidos invasores a placer. En primer plano, una turista…

Todo el asunto sólo está a 10 minutillos del hotel, así que de vuelta en nuestro barrio, hemos encontrado una maravilla de bar con wifi para que Elena diera caza a unos cuantos Pokemons confiados despues de unos días de paz, y que además tenía, oh maravilla entre las maravillas, tercios de Mahou fríos. Casi nos hemos echado a llorar.

  Mira, el paseo despues hasta el sitio de comer y la salida al terminar a mí me han dejado aplastado, así que me he venido al hotel a darme una ducha fría y ponerme despues un rato debajo del potente chorro del aire acondicionado de la habitación (a mi edad, los golpes de calor son muy peligrosos) mientras Elena hacía dos batidas por las tiendas del barrio, y he pasado una tarde estupenda aquí metidito con las persianas bajadas manteniendo fuera el fuego que cae del cielo…

Poco mas hoy, a última hora de la tarde hemos ido a tomar una cervecita y a cenar a un sitio pijo de menú degustación regentado por un chef americano que está como loco porque le den una estrella Michelín y que, como no se la dan, anda por el restaurante todo mosqueado con cara de pocos amigos. La comida bastante buena y abundante, tanto que ha habido que cancelar la noche de farra en garitos de moda porque nos ha dejado un poco aplastados…

Mañana tenemos otro castillo y última tarde de compras (por Dios que no se me olvide buscar mi pin), seguiremos informando