A una isla del Caribe…

Apreciados lectores:
Cuando le contamos a la gente dónde solemos ir de vacaciones, algunos responden con ironía y comentarios sobre la necesidad de irse tan lejos cuando al lado de casa hay opciones bastante apetecibles, y suele ser interesante contarles a los incrédulos que, a pesar de las incomodidades del viaje y de que, como dice mi padre, salir de casa es sólo para pasar penalidades, la mayoría de los sitios que hemos conocido son increíbles. Unos más y otros menos, cierto, pero en general hemos estado en lugares altamente recomendables. Esa fue, entre otras, la principal motivación para empezar con éste modesto blog de viajes, allá por el 2010, cuando mandábamos las crónicas por email a los amigos.

Este año, llevo tres días de retraso en mandar la primera entrada. No por motivos técnicos como el año pasado, que me las arreglé para hacerlo desde Mabul, frente a Borneo, en Malasia. No por falta de inspiración, como en las Islas Caymán cuando mandaba posts de días lluviosos sin la menor actividad interesante. Nada de todo eso. Ha sido por vergüenza. Hemos mandado crónicas desde la sabana de Kenya, desde la recepción de un hotel en Singapur, desde un bar en Micronesia… El nivel de expectativas es alto, no me digáis que no. ¿Cómo vamos a mantener ese nivel desde el sitio en el que estamos? Abochornado por todas las peticiones de continuidad, no me queda mas remedio que pediros disculpas de antemano por la previsible ausencia de anécdotas costumbristas en las interacciones con culturas exóticas, o las fotos de monumentos de pueblos lejanos, o las reseñas gastronómicas sobre comidas imposibles. Este año, fruto de un calentón de copas, nos hemos venido al Caribe de cachondeo. Con los amigos. A bebernos el chiringuito. A ver, que el plan no es malo (es estupendo, lo confieso), pero no se yo el juego que dará para un blog de viajes. Haremos lo que podamos…


Para empezar, la semana de buceo y turismo urbano es en Puerto Rico. Llegamos hace tres días a un hotel en la costa este que podríamos calificar como el equivalente portorriqueño del Marina D’Or: Un mega resort mostruoso orientado al turismo familiar y, mas concretamente, al desmadre infantil. Miles (literalmente) de niños con flotador corriendo por los jardines con la espalda abrasada gritando como posesos entre piscina y piscina. No teníamos muchas mas opciones, la verdad, porque es el único hotel que encontré relativamente cerca de la capital con centro de buceo, así que nuestra actividad diaria consiste en levantarnos temprano (ah, bendito jetlag cuando viajas hacia el oeste, que te adelanta el horario y te regala horas de jornada), y nos bajamos huyendo de las familias veraneantes al centro de buceo. Eso de «bajarnos» es literal, porque el trayecto consiste en un paseo de diez minutos hasta el edificio principal, bajar dos pisos en un ascensor, recorrer un pasillo exterior con vistas al oceano de varios kilómetros de largo, y montarnos en un funicular (en serio) que nos baja hasta el puerto. Lo juro, construyeron un hotel inmenso en un acantilado vertical. Tremendo…


El buceo muy bien, todo muy organizadito, muy cómodo y muy fácil. Los portorriqueños me están cayendo fenomenal, gente de trato agradable, cercano, y en el idioma que mejor conozco. Dado que somos los únicos españoles en el hotel, nos preguntan mucho por la madre patria y lo que se tarda en llegar. Un chavalín que conduce el carrito de las hojas secas que recogen los jardineros tenía mucho interés en saber si España estaba cerca de Lituania, porque su papá fue allí al campeonato mundial de pulseros, que son los que se dedican profesionalmente a echar pulsos. Como lo oís, su papá se ganaba la vida echando pulsos. Nuestro «mayordomo» (que es el que designó la de recepción para que nos atendiera en todo lo que necesitáramos y al que no hemos vuelto a ver desde que nos trajo las maletas) nos contó que su mamá es de Valencia. Y así todo el mundo.


Al volver del mar ya os imaginais: Cerveza. Hay un chiringuito en el puerto muy agradable, con vistas a los modestos yates de los humildes gringos que pululan por aquí, que tiene una variedad decente de cervezas regionales. Y todas reguleras, la verdad. Te las traen heladas, pero con la torradera que cae hay que apretárselas casi a gañote antes de que se calienten, y además directamente de la botella, porque son tan flojitas que como la eches en un vaso, aparte de calentarse se mueren en un par de minutos, convirtiéndose en lo mas parecido al orín de gato que puedes beber sin envenenarte. El caso es que entran bien, cuando le coges el ritmo.


Por la tarde, hacemos yoga y meditación adaptados al gusto español: Un rato de piscina (que viene muy bien para lavar el bañador de plancton y demás miasmas marinas) y un rato de siesta. Despues empieza el infierno, porque para salir a tomar algo a última hora de la tarde antes de cenar, tenemos que convivir con las hordas de familias numerosas rodeadas de niños gritando, hambrientos y agotados despues de 14 horas de piscina ininterrumpidas. Yo no se cómo no se disuelven en el agua, de verdad, con ese cloro y esos productos antialgas que le echan, capaces de atravesar el suelo de acero de un submarino como la sangre del alien. Los críos de los americanos son inmunes, podrían bebérselos, como estoy seguro que hacen de todas formas. Para contar la cena, nada mejor que inaugurar por este año la célebre sección…

Reseña gastronómica
En el chiringo del puerto se come de miedo, dan unos bocatas de cerdo asado que parece pringá de Sevilla buenísimos. Para las cenas, aparte del comedor masivo de buffet libre (que evitamos como si fuera una caverna de zombies enloquecidos), hay tres o cuatro restaurantes pijos (en el sentido americano, ya me entendéis: Mucha decoración hortera, luces tenues, jazz de fondo, camareros serviles, raciones enormes, y calidad de comida regular) que nos sacan del apuro por una cantidad de dinero completamente escandalosa. Hemos probado el italiano (no merece el menor comentario salvo los 24 pavos que nos sacaron por un Ribera de Duero mas bien flojo) y el japonés, que tienen mesas frente a la plancha, como en las películas. Este estuvo mejor, la comida rica y el show del cocinero con los cuchillos y espátulas merece la pena.


Los próximos días serán mas o menos igual, así que a menos que pase algo especial (como la boda hortera que hemos entrevisto esta tarde y en la que no voy a entrar a comentar) no se si habrá post diario. Depende de las musas, ya entendereis que a los genios no se nos puede tener sometidos a un horario fijo, la inspiración llega sin avisar.

Saludos desde el estado libre asociado de Puerto Rico

2 comentarios sobre “A una isla del Caribe…

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  1. Ya llegó la tan esperada reseña de 2016!!!!! La intro de beberse el chiringuito ha sido sublime! Os parecerá mundano pero lo mismo dais más envidia desde lugares así, más preparados para el turismo ( a pesar de los niños gritones). Pasadlo bomba y que vuelva pronto la inspiración que lo pasamos muy bien siguiendo las Luisiadas!!Besos galegos.

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