Phnom Penh: Del pasado siniestro al futuro en paz

Su-sa-dey queridos lectores 😉 Nótese lo integrados que estamos en la cultura local que hasta me atrevo a saludar en Jemer. Luego me despido igual.

Menudo día intenso, imapactante y tremendito que hemos tenido hoy. Para empezar, como de costumbre, una breve introducción histórica. Cuando acabó la guerra de Vietnam, el poder en Camboya cayó en manos de una guerrilla campesina de las muchas que había, llamados los Jemeres Rojos, gracias a su apoyo al Vietcong, desde 1975 hasta 1979. Liderados por un descerebrado llamado Pol Pot, en algo menos de 4 años se cepillaron a un tercio de la población, unos dos millones de personas, a base de asesinatos masivos o simplemente de hambre y enfermedades provocados por su alocada idea de devolver Camboya a su esencia mas pura: Nada de intelectuales, industria o progreso tecnológico, todo el mundo debía ser campesino. Evacuaron las ciudades y obligaron a la gente a trabajar en las granjas y arrozales. Consiguieron su objetivo, devolver Camboya a la edad media. Los mismos vietnamitas que los habían puesto en el poder los sacaron de ahí, y hoy tienen una democracia mas o menos apañada. Casi todos los responsables se fueron de rositas despues de semejante atropello, como suele pasar, y murieron de viejos tranquilamente en su casa. Creo que han conseguido juzgar a uno, pero que hoy en día no es mas que un anciano decrépito que no sabe muy bien dónde está…

Voy a ser breve con esta parte, que bastante desagradable es. Nos han llevado primero al museo del genocidio, en una antigua prisión que antes había sido un instituto. A mí se me han revuelto las tripas de tanta foto de muertos por tortura. En una de las celdas incluso te enseñan las salpicaduras de sangre en el techo (!!!) que aun se ven perfectamente. A Elena se la han saltado las lágrimas al ver un aula (con su antigua pizarra y todo) reconvertida en pabellón con celdas de ladrillo y grilletes. Por si esto no fuera suficiente, despues nos han llevado a un «campo de la muerte», que como su propio nombre indica, era donde llevaban a los prisioneros a ejecutarlos. Por millares. A golpes de machete o decapitados. Incluyendo niños pequeños. Han construido incluso una torre conmemorativa (edificio llamado «estupa») para guardar las calaveras, y te cuentan que, con cada tormenta, el agua desentierra los huesos, y que nadie sabe exactamente cuánta gente hay enterrada en las fosas comunes…Buscad en google imagenes de «Choeung Ek».

Basta, que sólo de acordarme me pongo malo. Para compensar la alegre mañana, nos han llevado a comer a una escuela fundada por dos franceses para rescatar a los niños que se dedican a hurgar en los vertederos de basura. Bastante impresionante lo que han conseguido. Nos lo ha enseñado una chica de unos ventipocos años, estudiante de derecho, que hablaba tres idiomas y a la que la escuela sacó, literalmente, del basurero cuando era niña. Tienen un restaurante en el que te atienden, con mejor voluntad que resultados, los estudiantes de hostelería de la escuela. Por supuesto, con el día de concienciación social que llevamos, ha habido una buena compra en la tienda de regalos y no nos hemos apuntado a la contribución bancaria de milagro. Despues un rato de compras en un curioso mercado lleno de tiendas de souvenirs (ya tengo mi pin, gracias por preguntar) y el resto de la tarde libre.

¿Que hace un turista con la tarde libre? Turismo. Hay un templo budista enfrente del hotel al que se puede entrar gratis, y la verdad es que es curioso. Lo tienen impecable,y ya puede ser así porque hay que entrar descalzo. La foto adjunta corresponde al cementerio del templo y esas torrecillas (llamadas «Pagodas») contienen las cenizas del muerto porque en los paises budistas no entierran a la gente, la incineran. Habia unos cuantos monjes budistas vestidos de túnica naranja, levitando por ahí, con la mente puesta en los siete misterios de Khrisna o en las nueve apariencias de Vishnu o en vaya usted a saber qué. No se qué hacen en la vida, pero la gente les lleva comida y les hace unas reverencias tremendas. Ellos no dan ni las gracias, cogen lo que les dan y se van. Es lo que tiene la filosofía, sea del continente que sea….

Despues, ya que estamos, nos hemos metido en un colorido mercado callejero local, de los que no hay turistas y no me extraña. Caos total en la calle, con la gente esquivando a las motos, los tuktuks y los cyclos peleándose con los vendedores que ponen la comida en el suelo, para que los deliciosos aromas a pescado podrido, fruta rancia y carne pasada se mezclen bien con el humo y el polvo. Si añadimos un par de tullidos arrastrándose por el suelo, el cuadro queda precioso. Vamos, de National Geographic. Interesante. Y lo digo en serio.

Apartado gastronómico. Se que lo estabais esperando, así que vamos con la obligatoria relación de comida y bebida típicas. Ayer nos llevaron a cenar a un sitio de turistas llamado Mangosteen, con menú asiático pleno de especias, picante, gengibre y, oh maravilla, cilantro a mogollón. Elena encantada, no te digo mas…

Hoy hemos cenado por nuestra cuenta en un sitio que nos han recomendado, con el bonito nombre de «Foreign Correspondent’s Club». Bastante mejor que ayer. De entrantes unos pinchitos parecidos a los yakitoris japoneses, Elena (que ya no aguanta mas especias) ha pedido «Chicken Cordon Bleu» (o sea, pechuga de pollo empanada) bastante buena, y yo unos noodles chinos bastante malos.

Apartado enológico La cerveza es regular, y la marca mas popular se llama «Angkor», servida en botellas de casi tres cuartos de litro, bastante buena. He probado en el bar del hotel una de tirador llamada «Tiger», flojita y mala. Tienen otra que se llama «Cambodia» que aun no he probado. Como veis, en cualquier pais del mundo le echan una enorme imaginación a la hora de darle nombre a las cervezas. Como si a nosotros se nos ocurriera llamar «Alhambra» a alguna cerveza española y… no, espera, mejor no me paso de listo.

Bueno, mañana tenemos un apasionante paseo en barca por el río Mekong (sí, el de los «charlies» de las pelis de Rambo) de 5 horas de duración estimada. Al menos no habrá que andar mucho. Li-E, que decimos aquí los miembros de la colonia extranjera de Camboya. Mañana mas.

3 comentarios sobre “Phnom Penh: Del pasado siniestro al futuro en paz

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  1. Vaya, Luis, qué bonitas historias y qué bien lo cuentas!! Me ha encantado vuestro día de hoy. Muy interesante!! Y qué rico el cilantro, es la especia que más me gusta (creo que por el club d ela gula hay una, lauriii, que no puede ni verlo).Bueno, a seguir disfrutando chicos, y a contar miles de historias, os sigo!!! muchos besos camboyanos, Gemita.

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  2. Espectacular relato …, tío podías hacer libros de viajes, conozco un alemán que se dedica a ello y gana un pastón.yo por mi parte cuando me quede en paro creo que me voy a hacer un monje gorrón de esos.

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