La vida en el resort

Jambo, queridos lectores. Como llevamos tres días sin viajes, parece un buen momento para reseñar nuestro día a día de la dura vida del turista.

Hemos salido a bucear dos días, muy bien el primero, regular el segundo. Para empezar, no hay embarcadero, con lo que los embarques y desembarcos se hacen a nado. El barco (un decrépito pesquero de madera que aun conserva el mástil inclinado de las velas latinas) se acerca todo lo posible a la playa, y uno tiene que acercarse a nado si hay marea alta, andando si está baja, con los brazos en alto como un marine en Vietnam si llevas algo. Luego, los procedimientos de buceo son mas o menos iguales que en todas partes. Las inmersiones bien, facilitas, pero al parecer dependen mucho de las mareas. Si hay marea baja por la mañana, malo porque la visibilidad se va a la mierda. Hemos visto tortugas, peces payaso («nemos»), peces cocodrilo, peces roca, morenas, peces león… Mas o menos lo normal en cualquier arrecife de coral del Indico. Además, los dos o tres turistas españoles que han venido a bucear nos preguntan dudas porque nos han debido ver cara de experimentados. Hoy se ha acercado un chico a preguntarnos, porque se han apuntado a la salida de mañana, y el hombre estaba preocupado: No han buceado desde que se sacaron el curso, y quería saber si podía fiarse de los guías. Elena se ha venido arriba, y haciéndose la chulita le ha respondido (con un impecable acento del Berriz) que no se preocuparan, que como nosotros íbamos en la misma salida, estaríamos pendientes de ellos por si tenían cualquier problema. La de mañana va a ser una salida divertida divertida, ya contaré.

La tarde. Nos sentamos en los butacones de la zona del bar (donde hay wifi) a leer el correo, el periódico, los tweeters y demás, y nos ponemos morados a cerveza. Hemos decidido que la mas nos gusta es la Safari. Todas ellas vienen muy frías en botellas de medio litro, y se sirven en vasos de pinta. Bastante buenas, de momento.

Las cenas. Esto no está mal del todo, sorprendentemente. Al tratarse de un resort exótico, esperábamos buffet de rancho (modalidad presente incluso en los mas lujosos) pero las cenas son de menú, con platos super elaborados que ocupan tres lineas cada uno en la pizarra que ponen en el restaurante cada día. La primera noche hicimos el mas espantoso ridículo cuando la camarera se acercó a decirnos lo que había de cenar. Entre lo bajito que hablaba, el acento indescifrable y lo retórico del plato (imagínese a una zanzibariana diciendo en mal inglés algo así como «caprichitos tiernos de nhambara sobre lecho de eneldo de Uganda con salsa de ngonga al aroma de estragón del Congo») no entendíamos nada. En lugar de reaccionar como personas maduras y viajeros avezados, nos entró un ataque de risa, y tuvimos que levantarnos a leer el menú en la pizarra. Menos mal que la chica se lo tomó bien (seguro que tiene clientes peores), pero desde entonces no se nos olvida leer la pizarra antes de sentarnos.

El personal de hotel. Extremadamente servicial y amable. Durante la cena, se recorren las cabañas preparando las camas y las mosquiteras. Como ayer terminamos pronto de cenar, nos fuimos a la habitación a echar un cigarrito en la terraza del bungalow, cuando en estas llegan dos empleados a prepararnos la cama. De ahí el título del post de hoy, por si os lo estabais preguntando…

A ver si mañana me acuerdo de mandarle un mail a la empresa de Simon para que le de recuerdos y le suban el sueldo, que el tío era un monstruo. Hasta le solté 20 eurazos de propina, no te digo mas…

3 comentarios sobre “La vida en el resort

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  1. Bueno, qué envidia insana me dáis!Estoy encantada de poder leer vuestro blog cada día, me animáis las mañanas en el trabajo. Yo, en dos días, a París (allí no hay nemos ni rinocerontes, pero que creo que los creps… son los mejores! besos grandes a los dos. Gemita.

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  2. Luis, pensaba que me moriría sin verte en pantalones cortos y ya he cumplido el sueño :-), después de esto, de lo de la Eurocopa y el mundial creo que puedo morir tranquilo.Por otro lado esta entrada del blog me ha dado unas ganas tremendas de tomarme unas cervezas, pero no cualquier cerveza, quiero una «Masai», me voy a acercar al Corte Inglés sección gourmet a ver si la tienen, o mejor a la FNAC que igual pidiendola me la traen.salu2

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