Hola de nuevo! seguimos nuestras crónicas «elénidas» como dicen en mi casa… 🙂 el lunes como anticipaba acabamos cenando… pero lo mejor es que cenamos:

RAMEN!! Sí, ramen en Bayona de Francia, para qué queremos más… pero hoy he prometido hacer la entrada más «cultureta» estilo Luis y menos gastronómica… que mis críticos me han dicho que la primera sólo era de comida…
Día 4 – Martes 3 de agosto – Biarritz. El martes por la mañana nos despertamos tranquilamente y cuando estuvimos listos pusimos rumbo a Biarritz, en 15 mins (porque había traficazo) llegamos y dejamos el coche en una de las 7 últimas plazas que había en uno de los parkings de la zona centro, estaba la ciudad que parecía una romería. Nos dimos un paseo por la zona de la playa, yendo desde el Casino que data del año 1929, construido por el arquitecto Alfred Laulhé y que fue reformado en 1990 y catalogado como monumento histórico en 1992.

Luego hay una serie de terrazas, cafeterías de gente «dejándose ver» y la playa con las típicas casetas de rayas de colores, que son sombrillas con un lado cerrado que hacen muy vistoso y dan una nota de color muy bonita en las fotos… la playa estaba bastante llena y aunque no probamos el agua, si había gente bañándose.

Seguimos paseando hasta el mercado, Les Halles, que es un espacio cerrado en lo alto de la ciudad (porque vaya cuestas tiene Biarritz, ríete tú de San Francisco, aquí no hacen persecuciones de coches porque no caben por las calles por culpa de los «cienes» de personas que hay..) en el mercado de Les Halles hay de todo desde frutas, verduras, quesos, productos autóctonos y aparentemente de muy buena calidad. Los expositores tenían un aspecto estupendo, muy apetecible todo.

Alrededor del edificio del mercado, por fuera, hay muchos bares/restaurantes, o para hablar con más propiedad, «bistrots» donde dan de todo desde platos combinados, plato del día, chacuterie y ostras… así que adivinad… a eso de las 12:30 tras el paseo de reconocimiento nos sentamos y pedimos una docenita de ostras que parece que a esa hora es apropiado… estaban muy buenas! Tras esa paradita técnica, seguimos dando el paseo y llegamos a otro bistrot que se llamaba Comptoir du Foie Gras… vamos que no os cuento más de comidas, pero ahí tomamos la segunda 🙂 Para terminar nos volvimos a bajar hasta la playa donde nos sentamos en una de esas terrazas para dejarnos ver, y allí acabamos la ronda Luis con una caña y yo un sorbete de limón para desengrasar…
Después de «comer» porque hicimos un poco dieta adrede.. nos fuimos a investigar el paseo que sube hasta el acuario de Biarritz y lleva hasta la Vierge des Roches (la Virgen de la Roca, como en MI Baiona!!) es una estatua pequeñita de una Virgencita en piedra blanca subida en un risco, cuenta la leyenda que, una vez, varios marineros deseaban entrar en el puerto de pescadores mientras una feroz tormenta les impedía el regreso y de pronto un rayo de luz los absorbió y los condujo al puerto sanos y salvos. Como agradecimiento colocaron la estatua de la Virgen allí en el año 1865, es un mirador muy bonito al que se accede por una pasarela sobre el mar, desde la que se estaban tirando unos chavales la mar de arrichados (por cierto) y donde parecía que “regalaban algo” al que la cruzase… no os podéis imaginar la cantidad de familias, parejas, perros, niños y demás que había allí estábamos una multitud, menos mal que al aire libre y nosotros separaditos, porque es curioso que en Francia parece que no hay COVID… volviendo al mirador de la Virgen de la Roca, desde allí se ve la playa de Biarritz a lo lejos y es un paseo muy bonito por la costa.

Volvimos paseando al centro de la ciudad, visitamos la iglesia de Santa Eugenia y luego fuimos en busca de una quesería que recomendaban mucho para llevar algunos quesitos franceses para casa… la encontramos (googlemaps es una maravilla) y el señor muy amable nos hizo una selección que ya os contaremos cómo están… los tenemos en una neverita portátil en el coche. Por cierto, estoy encantada de que incluso los franceses (que mira que es difícil) entienden mi francés… y voy mejorando cada día que pasa, los años de escuela oficial de idiomas fueron una buena inversión.

Una vez terminadas las compras nos volvimos a Bayonne, donde cenamos poquito también de tapas y a dormir que al día siguiente madrugábamos para ir al Train de la Rhune!
Dia 5 – Miércoles 4 de agosto – Train de la Rhune, Castillo de Abbadia y vuelta a España!

Amanecimos a las 8:00 de la madrugada para ponernos en marcha, hacer el check-out – que ya dejábamos el hotel de Bayonne – y ponernos en ruta hasta Sare, donde teníamos ya los billetes para Le Train de la Rhune o en español el Tren de Larrún , recomendación de mi amigo Lucas, que nunca falla. Llegamos con bastante tiempo de antelación y, menos mal, porque el parking es pequeño para la cantidad de gente que hay (como todo Francia esto estaba hasta la bandera de turistas tanto franceses como españoles); y aunque nos costó un ratillo encontrar sitio para el coche, al final lo conseguimos. Aun así tuvimos media hora larga hasta la salida de nuestro tren. El tiempo estaba a chaparrones tontos, tipo chirimiri o calabobos… íbamos muy bien pertrechados, con los chubasqueros así que, sin problema. Nos subimos al pintoresco trenecito, que es un tren cremallera; por si os lo estáis preguntando, no lo busquéis que ya lo he hecho yo: Se denomina ferrocarril de cremallera a un tipo particular de ferrocarriles que basa su funcionamiento en el acople mecánico con la vía por medio de un tercer riel dentado o «cremallera», eso es un tren cremallera. Este data del año 1924 y en 35 minutos nos subió a 905 metros de altura. La situación de la cima a la que subes es territorio español, concretamente provincia de Navarra, así que cruzamos la frontera por primera vez en esa mañana.
La subida es muy bonita, entre bosques, montañas, se ve el mar a lo lejos (San Juan de Luz) y de repente te metes entre las nubes y baja la temperatura tanto que te parece que estás en invierno en un momento… aun así tuvimos mucha suerte porque al llegar arriba soplaba bastante viento racheado, que hacía que se abriese y cerrasen las nubes (yo le decía a Luis que dejase de vapear que era él), con lo que pudimos ver las vistas panorámicas a ratillos. Luego paró el aire, se puso a llover, todos a refugiarnos en la cafetería-restaurante que hizo su agosto (nunca mejor dicho) y viendo la tienda recuerdos con los típicos trajes de gitana vascuences.. jajaja (ver documento gráfico).

Pobres los demás turistas que llegaron después porque ya no vieron nada a parte de pelarse de frio… había algun@s en modo verano de pantaloncito corto y tirantes que las pasaron canutas seguro… La bajada fue a las 13:30 y decidimos tomar algo en uno de los barecillos que hay alrededor de la estación del tren, un par de bocatas y listos…

Después de comer, mirando en internet, encontramos un sitio en Hendaya que nos pareció curioso y para no llegar tan pronto al hotel de Astigarraga decidimos ir a visitarlo. Es el castillo observatorio de Abadía, no es como pensamos en un primer momento una abadía de monjes, sino que es un castillo. Según la Wikipedia, el castillo de Abbadie (en francés, Château d’Abbadia) es un château francés del siglo XIX, situado en la localidad fronteriza francesa de Hendaya. Fue diseñado por Eugène Emmanuel Viollet-le-Duc en un estilo neogótico entre 1860 y 1870, a petición de Antoine d’Abbadie d’Arrast, astrónomo y explorador, pero también antropólogo y lingüista, miembro de la academia de las Ciencias, que soñaba con un castillo observatorio de estilo gótico. Aunque no pudimos visitarlo por dentro porque estaba el cupo completo, sí que por 2 euros cada uno pudimos entrar a los jardines y verlo desde fuera, admirando las vistas hacia el mar y los acantilados. El castillo es hoy la propiedad de la «Academia de Ciencias», a la que Antoine d’Abbadie lo había legado en 1895, a condición de que el observatorio fuera dirigido por un sacerdote (eso no sabemos si es así o no porque curas por allí no vimos).

Una visita improvisada que nos gustó también mucho. Estuvimos casi media hora larga caminando por los distintos senderos de los jardines, gente humilde estos Abadía… y pusimos rumbo a España, a Astigarraga en Guipúzcoa donde nos alojaremos esta noche y la próxima en el hotel rural Sagarlore, que tiene una pinta estupenda. Nada más llegar, después del frio que pasamos por la mañana en el Pirineo nos hemos puesto el bañador y a la pisci del hotel a espabilarnos! El agua estaba “fresca” pero nos ha hecho revivir… casi como la de las Cíes en verano…

Esta noche iremos a cenar a la Sidrería que es de los dueños del hotel, pero tendremos que estar comedidos que mañana nos vamos de “Michelines” a comer a Mugaritz… el taxi nos recoge a las 12:45… ya os contaré…
Besos y abrazos. Seguiremos informando.
Elena.
Deja un comentario