Cuzco, el ombligo del mundo

Imaynallan, queridos lectores…

Tras los dos últimos y agotadores días, hoy por fin hemos tenido uno libre para poder conocer esta histórica ciudad, capital del imperio Inca, también llamada Cusco y Cosco. Su nombre en quechua significa literalmente «el ombligo del mundo», y ya estaba habitada hace 3000 años. Es patrimonio de la humanidad de la Unesco y una maravilla para pasear y ver monumentos. Muy turística, eso sí, y muy animada. 

Hemos empezado el día con una de esas actividades a las que somos muuuuy aficionados: los paseos guiados o «free tours» gratis (o mas bien, por la voluntad) que hay ahora en todas las ciudades del mundo. Este que hicimos hubiera estado muy bien si no fuera por la chica que lo ha guiado, una tía petarda (aparte de fea como un demonio) que estoy seguro de que se ha inventado la mitad de las cosas que nos ha contado. Ha empezado diciendo que no se nos ocurriera llamar «Cuzco» ni «Cusco» a la ciudad, que eso eran deformaciones de la palabra quechua original «Cosco» provocadas por los españoles, que como todo el mundo sabe, son el origen y la causa de todos los problemas del pais. En fin…

Al menos nos ha llevado a un par de sitios interesantes, algún convento, el mercado central y un palacio inca que se descubrió tras el último terremoto hace pocos años. Esto debe ser un poco como Astorga, que en cuanto excavas un palmo de profundidad aparecen restos arqueológicos. Aquí hasta enterramientos encontraron, porque los incas solían enterrar a los muertos en su propia casa, en un agujero en la esquina de una habitación, y sentados en posición fetal. Cuando el terremoto dejó al descubierto este palacio, se limitaron a poner un cristal encima del esqueleto y ahora está ahí a la vista de todo el mundo. Muy ilustrativo.

Uno de los edificios mas vistosos es el actual palacio episcopal, que ocupa el mismo edificio que en su día fue el palacio del Inca, Lo hemos visto bastantes veces (podéis ver aquí un detalle del tamaño desmesurado de las piedras que se usaron) porque nos pilla de camino desde el hotel a la Plaza de Armas (recordad que aquí en Perú, a la plaza mayor de todas las ciudades se le llama plaza de armas), bajando por una calle lateral del edificio. Ahí todos los turistas paramos a hacernos una foto en la famosa «piedra de los 12 ángulos» que, como habréis adivinado, tiene 12 ángulos y ver cómo la han cortado y tallado para que encaje de esa manera perfecta con las de alrededor es una cosa digna de verse. Contad los ángulos, que siempre es entretenido.

La cosa ha seguido así mas o menos igual, hasta el último punto de interés del paseo, el antiguo templo de sol inca y actual convento cristiano, dónde a la guía turística ya se le ha ido la mano completamente. Apaga el altavoz portátil que lleva y empieza a hablar en voz baja diciendo que lo que va a contar no lo puede oir todo el mundo. Los ojos como platos se nos han puesto cuando ha empezado a desvariar sobre las evidentes conexiones entre las grandes civilizaciones de la antigüedad. ¿Cómo si no se puede explicar que en Egipto hayan aparecido dibujos de hojas de coca cuando en Egipto no crece la coca? ¿O cómo ha podido llegar hasta Lima un rinoceronte cuyos restos se encontraron en unas excavaciones? ¿Eh? ¿Cómo? Pues muy sencillo: Navegando. Así como lo oís, nada de extraterrestres (que se limitaron a pintar las lineas de Nazca y enseñar a los Mayas a hacer pirámides) o de comunicaciones trascontinentales por telepatía (que algo de eso debió haber): Unas embarcaciones tan avanzadas que permitieron a los Incas llegar hasta Egipto y volver. De las que, por supuesto, no se ha encontrado ni rastro. Pero no pasa nada, no dejemos que los detalles nos estropeen la Gran Verdad Oculta. Que venga Iker Jiménez a arrojar un poco de luz sobre esto, por favor…

Después de ese momento «Cuarto Milenio» ya no hemos hecho otra cosa que buscar el momento de escaparnos de la visita, que se nos hacía tarde para comer. Aprovechando esa excusa nos hemos despedido de la guía librándonos, de paso, de probar la bebida a la que nos iban a invitar, un brebaje llamado Chicha («La bebida de los Dioses«) que antiguamente sólo podían probar los reyes incas y que preparaban unas sacerdotisas a base de mezclar el licor con su propia saliva hasta obtener una pasta bebible. Tentador, ¿eh?. Hoy en día ya no se usa la saliva de sacerdotisas, o eso nos han asegurado, pero por si acaso, que quieres que te diga, después de un par de horas de jadear por las cuestas de Cuzco lo que mas apetece es una cervecita. Industrial, nada de preparada en ceremonias poco higiénicas. Y muy fría…

Hemos dedicado la tarde a recorrer la ciudad haciendo compras de souvenirs y recuerdos varios. La verdad es que en cuanto te acostumbras un poco al frío (recordad que aquí estamos en pleno invierno, cuando se va el sol la temperatura cae rápidamente hasta los 3 o 4 grados solamente) y a la altura (3400m) la ciudad es muy agradable de pasear. Hay un gran ambiente turístico, está toda llena de tiendecitas y restaurantes, y muy vigilada. No hay la menor sensación de inseguridad y no ves por la calle nadie sospechoso. Hasta los vendedores callejeros te dejan en paz en cuanto les dices que no una sola vez. Muy interesante el mercado central, podéis ver aquí inmortalizado el momento de compra de productos típicos para llevar a casa, creo que son una especie de cereales para el desayuno de notables propiedades para el tránsito intestinal…

Reseña gastronómica

Mirad, si hay que hacer el turista, se hace el turista a tope. Si vienes a Perú, hay que probar el pisco (hecho), el ceviche (hecho), el lomo saltado (hecho)… y el cuy. El cuy es un roedor parecido a una cobaya o a un conejo, que se come en días de fiesta, se prepara asado en el horno, tiene una pinta asquerosa y está bastante bueno. No tiene ni pizca de carne, eso sí, pero si hay que quedarse con hambre para dar contenido a vuestra sección favorita del blog, no se hable mas. Ya merendaré despues. Lo hemos comido en un sitio precioso que se llama Pachapapa (convenientemente situado al lado del hotel, para facilitar la logística de siesta posterior) que tiene montado el comedor en el patio de una casa antigua en el barrio viejo. 

De entrante hemos pedido unas papas rellenas de carne y ají, que es una salsa picante buenísima que le echan aquí a todo, y de plato principal el famoso cuy. Primero te lo traen entero para que le hagas la foto y se lo llevan para cortarlo y traértelo de vuelta. No es gran cosa, la verdad, sabe a algo parecido al pato de los chinos, aunque con algo más de grasa. Además te recomiendan comerlo con las manos porque tiene mucho huesecillo pequeño y andar entresacando las tirillas de carne con el cuchillo y el tenedor es bastante difícil. Menos mal que los postres eran buenos…

Mañana volamos a Arequipa, tenemos alli todo el día libre y al día siguiente nos vienen a buscar (otra vez al alba, mas madrugones) para una excursión de dos días al Valle del Colca. Ni rastro del mal de altura mas allá de la fatiguera al subir las cuestas. Seguiremos informando.

Paqarin Kama

Deja un comentario

Blog de WordPress.com.

Subir ↑