El Valle Sagrado de los Incas

Imaynallan, queridos lectores

Qué importante es venir bien documentado a los viajes exóticos, para tener una idea previa de lo que significa lo que estás viendo, y no andar por los monumentos ciego y sin entender nada de lo que tienes alrededor. Ayer mismo, en Machu Pichu, había un par de llamas puestas allí para que los turistas se hicieran fotos con ellas, y cuando nos tocó el turno a nosotros despues de la preceptiva y civilizada cola, le dije a Elena que tuviera cuidado con el bicho no fuera a escupirnos. Inmediatamente, dos chichas peruanas que teníamos detrás saltaron como un muelle: «Lasllamasescupenlasalpacasno Estonosonllamassonalpacas«… Ahí está nuestro momento turista paleto que no sabe nada. Sólo les faltó llamarnos guiris. Viene esto a cuento porque hoy, por fin, hemos tenido un guía turístico competente, claramente de formación científica, buen explicador y hasta gracioso a veces. Muy borde, eso sí, pero es que nos ha cogido manía cuando hemos protestado por los asientos del autobús que nos han tocado. Todo ha empezado porque, en el caos de distribuir a varias docenas de turistas en los distintos autobuses según la excursión, el idioma y demás criterios, casi nos dejan en tierra, y cuando han logrado averiguar a qué bus teníamos que subir, ya sólo quedaban los asientos malos de la fila de atrás. Y ya tenemos el drama montado: Que si casi nos dejan tirados. que si no podemos ir sentados ahí porque Elena se marea, que si esto es un desastre… Un show. Vamos con la crónica diaria.

El Valle Sagrado de los Incas es el prometedor título de la excursión del día. Nos han recogido a las 7:30, un poco atropelladamente porque aun no habíamos acabado de desayunar y ha habido que salir corriendo del hotel… sólo para tenernos esperando en una esquina mientras el encargado iba reuniendo turistas dispersos como un pastor al que se le ha desbandado el rebaño. Si añadimos eso al lío del bus, llega un momento que el estrés del turismo te puede. 

Véase aquí al lado la cara de enfado de Elena en la primera parada como ejemplo. El sitio es lo que el guía ha llamado algo así como «Actividad social», porque es un mercadillo que monta no se qué comunidad afectada por el fenómeno «El niño» (mas información aquí) que se ha quedado en la miseria, y los tours turísticos les ayudan parando los autobuses ahi un rato para que puedan sacar algo. A mi me han sacado un sol (0.26€) por usar el baño, que lo cobran en todas partes. Hasta una servilleta de papel te dan al pagar, por si se te complica la operación….

De ahí te llevan al valle en cuestión, que es el del rio Urubamba, entre abundantes explicaciones sobre las técnicas agrícolas que usaron los Incas para poder sostener a la población de los cuatro o cinco paises que conquistaron, todo a base de cultivos en terrazas y diversidad de plantaciones. Lo de las terrazas es muy curioso, aparte de bastante espectacular. A la afición de los Incas por las construcciones faraónicas hay que añadir el ingenio para poder cultivar distintas plantas en el mismo sitio usando este método que permite, moviendo brotes entre niveles, variar las condiciones de temperatura, presión y humedad y obtener semillas para sembrar en cualquier parte del imperio. Yo no sabía, por ejemplo, que la patata original (silvestre) es venenosa, tuvieron que andar jugando con la altura de cultivo (con las terrazas) hasta conseguir una variedad comestible. Y no me digáis que esto es información inútil, ya me lo agradeceréis el día que os perdáis por el monte y, hambrientos y agotados tras horas de caminata, encontréis una planta de patata silvestre. Entonces os acordaréis del blog. De nada.

Para ilustrar todo esto de las terrazas te llevan a un sitio bastante impresionante que se llama Pisac, y cuando tienes la oportunidad de pasear por las terrazas originales y te das cuenta del tamaño de las cosas es cuando empiezas a admirar el tema de verdad. Porque básicamente, el asunto de las terrazas consiste en excavar la montaña. Entera. A mano. A casi 4000m de altura. Y construir terraplenes para sostener la tierra y que el chiringuito no se venga abajo. Con piedras enormes, encajadas unas en otras con precisión geométrica, sin cemento ni nada que las pegue. Te quedas ahí pasmado viendo esos puzzles, imaginando la cantidad de gente que habrá hecho falta para mover las rocas, cortarlas, encajarlas y pulirlas, una a una, terraza por terraza. Muy impresionante, la verdad. Y encima, despues de tres días, aun no estoy aclimatado del todo a la altura y subir cualquier cuestecilla me deja un rato jadeando como un perro…

De la hora de la comida no vamos a hablar demasiado, es algo bastante lamentable. Reparten a los turistas por unos cuantos restaurantes de los de buffet de rancho y los recogen una hora despues. Del rancho, lo menos malo que se puede decir es que casi todo lo que hay es prácticamente incomestible. Menos mal que la cerveza nacional («Cusqueña») es considerablemente buena, la sirven razonablemente fría y aguanta bastante bien sin morirse una vez abierta. Ciertamente el frío pelón que hace ayuda mucho. Igual tambien la altura influye, no se. Ni idea…

Plan de tarde, una visita a una joyería dónde te explican cómo la plata china de contrabando (barata y de mala calidad) está poco a poco acabando con una tradición centenaria de trabajo de orfebres del valle. No hay problema, para ayudar a conservar el oficio tradicional nada mejor que comprar colgantitos de plata para la familia y amigos. Como si necesitáramos excusas para comprar cosas, cuando además en esta tienda al menos no hay que regatear, asunto éste que siempre se nos da fatal y nos entra una pereza horrible. Ya metidos en el papel de turista timable, a la salida nos abordaron unas niñas vestidas con trajes regionales y que llevaban atada una llama (¿Alpaca?, ¿Guanaco?, ¿Vicuña?) que se ofrecen a posar para la foto con los turistas a cambio de la voluntad. En cuanto les sueltas cuatro monedillas de nada se ponen las tres a cantar algo con «diga cheeeeeeeessss» como muy ensayado. Encantadoras.

El plato fuerte de la jornada vino despues, el sitio arqueológico de Ollantaytambo. Si lo de la mañana en Pisac es impresionante, lo de Ollantaytambo ya es de caerte de culo. Gradas agricolas en un lado de la montaña (una barbaridad de ellas) inclinadas para sujetar la otra parte con la zona de templos. Y todo sujeto por mas muros de piedras inmensas talladas a mano. Yo disfruté bastante de las explicaciones técnicas del guía acerca de las razones para hacer las cosas como estaban hechas, y me cargué de mas conocimiento inútil para las tertulias con los amigos acerca de si es mas eficiente (en términos de número de hombres por tonelada) para mover las rocas si se arrastran o se llevan rodando. Lo mas triste de todo es que los arqueólogos se dieron cuenta que el sitio, tal como ha llegado a nuestros días, estaba en obras. Lo abandonaron sin terminar (como, por cierto, también hicieron en Machu Pichu) sin que se sepan las causas. En Machu Pichu se sabe que fue porque antes de que acabaran llegaron los españoles y el Inca tuvo que movilizar a toda la población disponible para la guerra. Pero aquí en Ollantaytambo, que se abandonó muchos años antes, no se sabe nada.

La ultima visita de día fue a un bonito pueblo llamado Chinchero, muy bien conservado y con una curiosa iglesia barroca del siglo XVI. Se llega a la plaza donde está subiendo unas cuestas tremendas (3700m), pero arriba el sitio es una preciosidad. Hasta un cruceiro de inspiración gallega tienen allí. Lamentablemente, han empezado la construcción de un aeropuerto internacional cerca del pueblo (se ve que los millones de turistas que vienen al año a esta zona no son suficientes, hay que traer más) y sólo ese comienzo ya ha multiplicado por 10 la población original, y no parece posible conservar las cosas como están. Todo quedará destruido en pocos años. Una pena.

Poco mas por hoy, una visita muy interesante, muy bien explicada y muy vistosa de ver. Aun sin rastro del mal de altura mas allá de mis fatiguinas subiendo cuestas. Mañana tenemos día libre en Cuzco, seguiremos informando.

Paqarin Kama…

Un comentario sobre “El Valle Sagrado de los Incas

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  1. «Pero… ¿todo esto quien lo paga?» tradúzcase a Inca antiguo y empieza a tirar del hilo y lo mismo por ahí sacas lo del abandono del Ollantaytambo antes de acabar…De nada, es lo mínimo después de la info sobre las patatas salvajes 😉

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