Malasia: Mabul y Sipadan

Bueno bueno bueno, que aventura este año queridos lectores… Ya he recibido quejas por el retraso en mandar el primer post de la temporada, que tendría que haber escrito el día 3 y hasta hoy no he podido. Eso nos pasa por venirnos a lugares tan paradisíacos como remotos y dejados de la mano de Dios, en los que Internet funciona de aquella manera. Luego cuento detalles. Bienvenidos todos un año mas a éste vuestro admirado blog de viajes que, por increíble que parezca, siguen (según me cuenta Google) más de 14.000 lectores. Espero estar a la altura de las expectativas.

Este año nos hemos venido a Malasia, célebre por sus famosos piratas de novelas de aventuras, la tierra de Sandokán y sus piratas de Mompracem, que durante años aterrorizaron a los capitanes de barcos mercantes y a los gobernadores ingleses con hijas en edad de merecer. Estaremos una semana buceando en un islote mugriento que se llama Mabul, y despues cinco días en Kuala Lumpur, que es dónde imagino que os empezará a interesar mas la cosa. De momento, vayamos con la crónica resumida de estos últimos días.

Contar los tres primeros es muy fácil: Aviones, aeropuertos, un hotel de aeropuerto, otro avión, una furgoneta de trasporte de ganado (que es lo que aquí llaman pomposamente «Visitors Transportation Shuttle») y un barco. Tres días tres tardamos en llegar a destino, y eso que no hubo ningún problema. O al menos nada comparado con el que tuvieron nuestros compañeros de viaje desde Tawau a Semporna (mira que me gusta recrearme…), una famila de holandeses a los que les habían perdido las
maletas. Las cuatro de una familia con Papá, Mamá, y tres chavales. Andaban los pobres desolados.

El hotel, como suele pasar, tenía mucha mejor pinta en Internet que en la realidad, Muuuuucha mejor. Como si fuera otro distinto, vamos. Al menos tenemos nuestro propio bungalow, que aunque en la foto adjunta parece como muy de lujo asiático creedme que es bastante cutre. Los huéspedes son, en un 80% japoneses o chinos (que, como seguramente os pasa a vosotros, son imposibles de distinguir), y el resto son europeos, incluyendo unos españoles a los que vimos despues de la primera inmersión en el pantalán dónde desembarcas, y a los que afortunadamente no hemos vuelto a ver. Había una garrula con el retrato del niño tatuado en la teta gritando «CARIIII!!! ¿ANDE HAS DEJAO MIS CHANCLETAAAAS!!!» que la verdad daba un poco de vergüenza ajena. Ayer llegó una familia de chinos con tres niños pequeños malos como demonios, de los que huimos en el comedor como si fueran la peste, porque las criaturas se pasan la cena corriendo entre las mesas, chillando como ratas y pegándose entre ellos, mientras el padre trata de mantener el orden a base de capones de los que nos daban en el colegio. Una gloria, vamos…

Eso sí, aparte de la amena fauna humana del hotel, como esto es un islote tropical tenemos también gran biodiversidad de especies animales extrañas. Cuando cae la tarde, aparecen unos murcielagosaurios jurásicos de amenazador aspecto y tamaño antinatural, casi de mutación nuclear. Uno pensaría que con semejantes depredadores sueltos no debería haber bichos. Pues los hay. Muchos. Cuando se hace de noche, se nos llena la habitación de mosquitos tigre asesinos comehombres, grandes como pollos, que cuando los aplastas casi chillan los muy canallas. Hemos puesto en la mesilla el ahuyentador eléctrico de insectos que nos han dado y que, por supuesto, no sirve para nada. La única solución es apagar todas las luces menos la del baño. Desde el primer día, Elena me riñe como me deje abierta la menor rendija en la puerta. Y además dice que vió, en la entrada del comedor, a un dragón de Komodo, esa especie de lagarto gigante de los documentales, aunque yo me lo perdí porque estaba apartando la cabeza para no oir a los niños chinos persiguiendo al pobre bicho a pedradas…

Mira, una cosa que me está gustando es la norma de entrar descalzo en todos los edificios (que son bungalows abiertos sin paredes). Al principio te choca y te da un poco de asquete, la verdad, pero en cuanto te acostumbras es bastante cómodo. Sólo me salto la norma en una situación: Los baños públicos de la piscina. Por ahí no paso (ni piso…)

Aprovechemos la foto del comedor de arriba para rellenar rápidamente la obligatoria reseña gastronómica. El resumen rápido: Una mierda como un piano. Todas las comidas son de buffet libre, aunque yo mas bien diría buffet esclavo, porque no hay mas que dos o tres opciones y todas francamente lamentables. Menos mal que dan arroz en abundancia, ese tipo asiático que Elena llama «encastrado», esto es, apelotonado y pegajoso que, sorprendentemente está bastante bueno y sirve para engañar al estómago…

Dejamos para el final lo mejor de esta accidentada primera crónica del año, y es el ratillo que pasamos antes de cenar en el «Sunset Bar» que, como su propio nombre indica, es un bar desde el que ver la puesta de sol. La puesta de sol no se ve (días mayormente nublados ahora en plenos monzones), pero nos apretamos dos botellones de tres cuartos de litro de Tiger, la famosa Lager malaya de agradable paladar, bonito color dorado, moderadamente lupulada y con sabor a maltas selectas, mientras miramos a los currantes locales cargar los barcos con los bidones de gasolina para el día siguiente. Ah, que sería de los sufrimientos vacacionales sin estas pequeñas alegrías de la vida…

En cuanto a las razones del retraso en la publicación de la primera entrada del año, tengo que pediros disculpas en mi nombre y en el de las sufridas empleadas del hotel que sólo han tardado tres días en arreglarnos el acceso a Internet. No voy a entrar en detalles, pero me he tenido que encaramar varias veces al armario a reiniciar el router wifi de la habitación, desconectar el USB que le ponen, probar si nuestra password valía para el wifi del vecino y demás frikadas. Al final nos han tenido que cambiar toda la instalación y, aun así, ayer se desconectó el portátil que uso para escribir sin razón aparente. Parece que hoy ya funciona todo, así que ésta se habrá convertido en la entrada mas heroica de todo el blog. Mañana os cuento del buceo, que se que lo estáis deseando…

jumpa kamu esok, queridos lectores

8 comentarios sobre “Malasia: Mabul y Sipadan

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  1. Bueno,bueno, otra vez pasando calamidades, en fin sarna con gusto…Elena si ves otra vez el dragón, échalo en una bolsa y te lo traes que no veas lo que iban a vacilar tus sobris con una mascota así jajajajjaa Un beso Adol y Vic

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