Luis y Elena en Tokyo: Ultimo dia

Queridos lectores, hoy ha sido nuestro último día en Tokyo. Son las 11 de la noche y mañana a las 5 nos tenemos que levantar para ir al aeropuerto. Estamos un poco tristes porque la verdad es que lo hemos pasado de miedo, es un viaje muuuy recomendable. Vamos con la última crónica desde Japón.

Como ya teníamos todo visto, y lo del museo de las armaduras samurai no nos apetecía demasiado, nos hemos ido al zoo de Tokyo. Y es que nosotros los de Tokyo somos mucho de ir al zoo. Además el metro nos salía gratis por lo de nuestro inter rail japonés. El zoo bonito, metido en un parque lleno de bonsais gigantes (hay que ver cómo consiguen aquí que los bonsais les crezcan 10 o 15 metros…. Son enormes). Total, que hemos visto los tigres, los leones, los orangutanes, los monos… pero no a los osos panda. Creíamos que había osos panda, pero no. No sólo no había «osos», es que el único que había (Ling Ling) cascó hace dos años. En fin, siempre se van los mejores, no somos nadie… Lo mejor han sido los elefantes. Estábamos tan tranquilos viéndolos cuando nos ha llamado la atención el tamaño de la chorra del elefante. Pequeño mosqueo y pequeño cachondeo porque, aunque no soy experto en chorras de elefante, me parecía que la proporción no era correcta. Y es que resulta que al elefante, delante de nosotros, le ha entrado un calentón y ha empezado a perseguir a la elefanta que, muy japonesa ella, se ha hecho la modesta y la estrecha un rato, hasta que el elefante la ha arrinconado contra el muro, se ha subido encima de ella (oiga, que deben ser varias toneladas de bicho) y se la ha chuscado allí mismo, delante de todo el mundo. Vamos, de Discovery Channel. Y los japoneses haciendo fotos (claro, ¿como no?), los niños japoneses desternillados, los cuidadores mirando, Elena y yo escandalizados… Bochornoso

Luego, para compensar el momento «naturaleza salvaje» nos hemos ido, otra vez, al barrio pijo, una especie de barrio de Salamanca, para las últimas compras. Un dependiente se ha tirado, os lo aseguro, 20 minutos envolviéndole primorosamente a Elena las cosas que ha comprado, mientras yo esperaba en la calle. Y luego, una vez mas, nos hemos apretado dos pintas de una cerveza japonesa buenísima que se llama «Kirin» en el pub irlandés de nuestro barrio.

Apartado gastronómico: La comida ha sido en el zoo de Tokyo, nada especial, mas bien de rancho. La cena ha estado muy bien, hemos descubierto un restaurante de «pinchitos», una especie de brochetitas minusculas que se piden de una en una. Imagínate pedirselas a una camarera que me ha traido un mechero cuando le he pedido un cenicero, de traca: dos del numero 1, uno del 3, uno del 5, dos del 7, uno del 14… Y ha habido que pedir dos tandas porque nos hemos quedado cortos. Se llaman «yakitori» los de pollo y «yakiton» los de cerdo. Muy ricos, pero eso sí, hay que pedir 15 o 20 porque son minúsculos. Nos han dado cerveza «Suntori», regular… La «Asahi» tampoco es que sea gran cosa, la mejor es la «Kirin».

Mañana madrugón y día entero de aeropuertos y aviones. Emocionante. Creemos que tenemos internet en el hotel de Palau, pero no estamos seguros, así que aprovecho para despedirme (solo hasta el dia 20) y desearos a todos un feliz verano. Si conseguimos conexion en Palau enviaremos crónicas de buceo y anécdotas costumbristas de los micronesios, aunque me da a mi que no va a ser muy exótico.

Hala, a pasarlo bien

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